Mi maestra me robo mi cuerpo

 Hola antes de empezar la historia, se que me he desaparecido por un largo tiempo, y lamento no haber dado explicaciones del porque, lo importante es que estoy de vuelta y con mas historias para contar, espero las disfruten ,,,

Dario (Yo) a los 19 años (42)

Me llamo Darío, y aunque no lo parezca ahora hace un par de años solía ser como cualquier otro chico que estaba a punto de graduarse, temeroso, pero a la vez emocionado, con un futuro por delante y con las ilusiones a flor de piel, lastima que todo eso se acabó exactamente el día de la graduación.

Dario (Yo) cuando tenia 17 años

Antes de explicarles lo que sucedió esa fatídica noche, repasemos los hechos: desde que entre a estudiar al colegio, trate de dar lo mejor de mi para hacer orgullosos a mis padres y hacer valer el enorme esfuerzo que ellos hacían por pagarme la colegiatura, digamos que era un colegio para chicos con familias acomodadas que podían darse este lujo. Durante mi adolescencia destaque en varios aspectos, era uno de los chicos más populares y bien vistos, capitán del equipo de futbol, un atleta que gano varias medallas para el instituto, miembro de varios clubes y para finalizar presidente de la junta estudiantil, en efecto un chico con un historial integro y con un futuro prometedor que llamo la atención de muchos de mis profesores, pero una en especial quien parecía haberse obsesionado conmigo y más adelante sabría el porqué.

La profesora Ximena (40 años)

Ella se llamaba la profesora Ximena, Xime como le dirían sus alumnos más alcahuetes, era una señora ya en sus 40 años, que destacaba por un rasgo notorio imposible de pasar por alto. ¿Conocen a esas personas con sobrepeso mórbido, pero a la vez proporcionado? es decir personas que en efecto tienen obesidad mórbida, pero como lo tienen distribuido en cada parte de su cuerpo, no se nota tanto, o bueno si se nota, pero no llega a ser tan desagradable a la vista, bueno ese era el caso con la profesora Ximena. Los chicos más pesados del salón solían burlarse mucho de ella llamándole de cosas horribles y poniéndole apodos demasiado crueles. No niego que muchos de hecho solían darme risa, y que alguna vez participe aportando uno que otro sobrenombre, claro todo esto a sus espaldas, ya que de frente solía ser uno de sus mejores estudiantes y tal vez por eso ella me guardaba tanto cariño y digamos un trato especial diferente al resto de alumnos.

-Wow ya veo que eres el consentido de la gorda, eh cuidado te vaya a comer- decía mi amigo Alberto, uno de los tantos chicos que se burlaba de Ximena por su aspecto físico.

- No te confundas, solo lo hago para mantener mi promedio alto y así asegurar mi beca a la universidad, en realidad ni siquiera me agrada- Respondía para despejar dudas y porque no sincerarme respecto a Ximena

-Si como no, yo creo que ya le hiciste el favor, y por eso te quiere tanto, jaja …  le gustas a la maestra mas gorda del instituto- Decía Alberto insinuando algo que en ese momento provoco un sentimiento de disgusto enorme en mi- Oye Darío, tenemos mucha curiosidad … ¿Que se siente cogerse a una Ballena?

-No digas mamadas rey, ni loco haría eso, tal vez tu si porque eres muy pendejo para aprobar materias por tu cuenta, pero yo jamás, y menos con una asquerosa ballena como ella, es decir solo mírala, que asco …

Es cierto tal vez en ese momento no media mis palabras y no se me paso por la cabeza que algún día se me regresarían con mas fuerza, pero tu sabes, los adolescentes hacemos lo que sea por encajar con el grupo, aun cuando sea incorrecto o este mal, además, no era lo peor que había escuchado decir sobre ella ni tampoco yo era de esos chicos que se la pasaban molestándola constantemente, tenía una vida suficientemente buena como para malgastarla en esas cosas.

La verdad es que sentía mucha pena por la maestra Ximena, se veía tan segura de si misma, y siempre respondía de la manera más educada y amable posible, pero detrás de esa fachada escondía una enorme inseguridad, estaba consciente de que ella estaba al tanto sobre como era vista en el colegio, y de los horribles apodos con los que era llamada, haciendo énfasis en su sobrepeso, no solo el alumnado era cruel con ella, otras profesoras se burlaban de ella a sus espaldas y los maestros solían ser lascivos con la forma de su cuerpo, diciendo cosas obscenas y remarcando que acostarse con ella seria un deporte de riesgo. Efectivamente la vida de la profesora Ximena era un martirio, y no la culpo de querer escapar de ella, lo malo que para lograr eso, tuvo que hacerlo a costa mía.

Fue unos de los últimos días cuando sucedió algo extraño, un presagio que de haberle dado mas importancia tal vez hubiese salvado mi vida y mi futuro, la maestra Ximena se había ausentado por un par de semanas del colegio, según el rector esto se debía a complicaciones de salud relacionadas a su peso, algo que como que era de esperarse, despertó burlas en mis compañeros mas desatinados. Claro que eso me tenia sin cuidado, de hecho sentía alivio, ya que sabia que de alguna u otra forma me avergonzaría en la ceremonia de graduación, no fue sino hasta que la encontré en la plaza llorando, cuando supe que la cosa era mas seria de lo que pensé.

La maestra Ximena estaba completamente destrozada, su maquillaje corrido, su atuendo desatinado, su cabello despeinado, y su cara regordeta roja como un tomate, para mi mala suerte ella me vio pasar, y como no tenía escapatoria decidí acercarme.

-Maestra Ximena, se encuentra todo bien, ¿Qué le pasa?

-Nada grave, querido Darío, solo estoy pensando en algunas cosas que me afligen, y tu sabes soy muy sentimental para esas cosas

-Tranquila profe, puede contar conmigo para lo que sea, después de todo usted también me ayudo cuando pasaba por momentos difíciles.

Claro que solo dije eso por cortesía, ya que la verdad, me importaba bastante poco lo que le pasaba o porque se encontraba así, sin embargo, como nunca le había visto, Ximena se soltó y empezó a hablar y hablar de muchas cosas, de lo horrible que se sentía por su apariencia, del acoso y las burlas que había recibido en el instituto, de sus relaciones fallidas de encontrar pareja, y en fin muchas cosas que solo pretendía escuchar, la verdad yo solo quería que parara para poder finalmente salir de esa vergonzosa conversación, como dije me importaba poco lo que le pasara, después de todo esos eran problemas de una persona a la que ya nunca más volvería a ver, o bueno eso pensaba en ese momento.

Cuando vi que se había calmado lo suficiente, traté de finalizar la conversación diciéndole que es muy especial y que no tenia porque sentirse mal con ella misma, y un par de cosas que suelen calmar a las mujeres, todo con tal de que me dejara salir de ese lugar lo mas pronto posible.

-Darío, no sabes lo liberador que fue esta platica, y quiero que sepas que me has hecho sentir mucho mejor, realmente necesitaba que alguien me escuchara

-De nada profe Ximena, pero se me hace tarde, tengo cosas que hacer y …

-Tranquilo Darío ya no te molesto más, pero antes de que te vayas me gustaría saber si podrías hacer una última cosa por mí.

-Claro que si profesora cuente con eso- Dije, aunque no quería ya saber nada mas de ella.

-Como veras en unos días será la graduación y estaría muy complacida si me dejar ser yo quien entrega tu diploma, después de todo tu siempre fuiste mi favorito.

-Claro que si maestra Ximena seria todo un honor- dije entre regañadientes porque evidentemente la idea me desagrado un montón.

Antes de irme lo más rápido de esa incomoda situación, vi como la profesora Ximena se me quedaba viendo, como analizando mi cuerpo de pies a cabeza, algo muy escalofriante y que me hizo sentir repulsión. – Tal vez Alberto tenga razón y si le guste a la ballena- pensé para mí mismo.

Los días previos a la graduación fueron quizás los mejores días de mi vida, me la pasé saliendo con mis amigos, bebiendo y bailando en diferentes fiestas, y hasta incluso tuve mi primera vez con mi novia Kelly, uno de los momentos mas placenteros de mi vida, los profesores tenían razón mi vida era perfecta y un gran futuro me esperaba, amaba ser yo en ese momento. Pero lo mejor de la semana fue sin duda no ver rastro de esa profesora metiche, a lo mejor, pensé, se arrepintió y ya no quiso volver a ser vista en este colegio, algo que me daba satisfacción pues así no tendría que pasar vergüenza en la ceremonia.

La noche de la graduación iba bien, mis padres me regalaron un esmoquin de diseñador que me hacía ver bastante guapo y a la moda, mi novia me acompañaba con un hermoso vestido que resaltaba su esbelta figura, y todos mis compañeros estaban entusiasmados por el gran momento. Todo esto se derrumbo de un momento a otro cundo vi esa enorme figura aparecer y entrar con dificultad por las puertas del recinto: La maestra Ximena había llegado y vaya que hizo notar su presencia, se había arreglado lo suficiente como para resaltar los pocos atributos favorables que tenía, se había conseguido un vestido enorme, que apretaba con fuerza sus enormes proporcionas, y unos tacones que parecían resistir con fuerza el peso de la enorme mujer, sin duda llamo bastante la atención, no se hicieron esperar los comentarios desatinados y obscenos sobre la bizarra situación, pero a diferencia de la vez que la vi llorando, esta vez parecía segura y confiada como nunca antes.

La profesora Ximena llegando a la gran noche

Trate de ignorarla y disfrutar lo máximo de esta noche tan especial, después de todo era mi gran noche y quizás la ultima en la que pasaría con mi grupo de amigos, por lo que ignore el hecho de que en algún punto me tocaría vivir la bochornosa escena con Ximena, pero claro como era obvio, ese momento que tanto temía llego, solo que fue peor mucho peor de lo que pensé.

Cuando llamaron a mi nombre, subí algo nervioso, pero a la vez seguro a recibir mi diploma, no dejaría que ninguna gorda arruine mi gran momento, cuando subí al estrado, la vi una enorme ballena con vestido y maquillaje que desentonaba con el resto de las personas del lugar, me acerque con temor hacia la gran mujer y ella me miró fijamente a los ojos-

-Estas muy guapo Darío, créeme que este momento lo recordare por siempre-me dijo en un tono extraño y sombrío, yo estaba muy sacado de onda por lo que me dijo, pero antes de que pudiera tomar mi diploma e irme lo más rápido posible, ella se acerco hacia mi y me robo un beso.

Antes de poder siquiera reaccionar y quitármela de encima, me quede con la mirada desenfocada y aturdida, estaba atónito como si me hubieran golpeado la cabeza, me sentía mareado y confuso, la cabeza me daba vueltas y mi visión no era clara, de apoco mis sentidos volvían y fue ahí cuando vi algo que no podía ser verdad, estaba viéndome a mi mismo, como si se tratara de un espejo, solo que sin el marco, era tan real y a la vez imposible, pero no era mi reflejo, vi como mi cuerpo tomaba mi diploma y el solo iba a sentarse al lado de mis padres, mientras yo me quedaba ahí parado tratando de procesar lo que acababa de ver.

 Poco a poco volví a sentir las cosas de mi entorno, empecé a parpadear y a escuchar los ruidos del ambiente, escuchaba algunas pifias, risas y aplausos, logré percatarme de algunos murmullos y no sabia que hacer, estaba en estado de shock completo

No fue, sino que hasta un hombre me tomo de la mano, que volví en sí y reaccioné.

-Señorita Ximena, ¿está bien? Venga regrese a su asiento, su participación ya termino.

Fue entonces cuando la realidad me golpeo de frente y de manera inesperada, me sentí mas pesado, pero mucho mas pesado, como si una enorme roca me hubiera caído encima, como si llevara una enorme carga de cemento, mis piernas empezaron a tambalear, traté de intentar moverme, pero al hacerlo por primera vez, sentí una extraña vibración que me hizo caer al suelo, fue ahí donde además sentí un rebote y un peso extra en lugares que antes no había sentido. Mientras procesaba todas estas nuevas y extrañas sensaciones al momento que intentaba ponerme de pie, solo podía escuchar a la gente reírse y comentar.

-Miren la gorda se cayó jaja

-La maestra le acaba de robar un beso a Darío

-Creo que la maestra vino borracha, que lamentable

-Esto es insólito, sáquenla ya del escenario.

Y yo solamente estaba ahí sin entender que acababa de pasar.

CONTINUARA ...

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